21 de agosto de 2019

De puño y alma


Quince son las definiciones que aparecen en la Real Academia de la Lengua Española de la palabra "madre". En ninguna de ellas se afirma que ser madre sea tener a tu bebé en brazos, circunstancia que acarrea que seamos más madres de las que parecemos en esta situación, en silencio, remando contra nuestra propia tristeza. Yo soy una de ellas, soy lo que se denomina una "madre sin hijo", cuando no es cierto. Mi hijo tuvo, tiene y tendrá siempre una madre, yo; y un padre, mi marido; aunque lamentablemente nuestro angelito esté en el cielo de los bebés y no podamos estar juntos en el mundo terrenal. Y por consiguiente, somos huérfanos de hijo, que por cierto, es muy injusto que ni siquiera haya una palabra que defina ese término.


Como madre se lucha por proteger y cuidar a tu hijo; las que no lo tenemos en brazos sacamos las garras por proteger su memoria y que no se deje de hablar de él. Paula Bonet se desgarra en "Roedores. Cuerpo de una embarazada sin embrión", en el que se abre en canal y narra e ilustra los dos abortos de, como ella dice, sus ratoncitos. Y lo hace fenomenal, porque hay un tabú enorme en torno a la muerte gestacional y perinatal, como si no existiera. Hoy cojo el relevo, como tantas otras madres, para contar que yo también tenía uno en mi barriga, un pez payaso, un "Nemo "de casi 2.500 kg que dejó de latir el 30 de marzo y a quien parí sin vida el 31 de marzo en una serie de circunstancias que guardo bajo mi intimidad y no voy a compartir. Faltaban 5 semanas para salir de cuentas y se nos destrozó la vida. Se nos cuarteó el alma y el futuro próximo, que aún no sabemos ni cómo lidiar ni cómo reconstruir.

Como tantas otras madres, esta soy yo desnudando también mi alma, una mamá que se quedó con los brazos vacíos y los pechos llenos. Y aunque no me gusta el morbo ni el melodrama, sí me parece necesario que se visibilice también esta parte de la vida de la que no se puede huir, la muerte. Que no se tape ni se oculte, y se respete. Porque cuando estamos en fase de duelo, es terrible el dolor y la soledad que se siente. Dicen que todo ese dolor con el tiempo se transforma en amor, confieso que aún estoy muy lejos de verlo así. Hay mucho camino que recorrer, protocolos que cambiar en hospitales, y leyes que modificar. Es muy injusto que después de un parto tengas una baja de maternidad pero no puedas inscribir a tu hijo en el libro de familiia, cuando sí forma parte de la familia. ¿No es contradictorio?

He recibido muchos mensajes preguntando por mi hijo, por mí, y no he tenido hasta ahora la fuerza de contestar. Lo iré haciendo poco a poco. Si de algo sirve todo esto es para hacer una balanza de valoraciones, para comprobar quiénes te cuidan y te protegen, y hay mucha gente con un brillante factor humano y un corazón enorme;  y quiénes por el contrario, y contra todo pronóstico, se alejan. Cómo duele ese silencio.... Muchas madres nos sentimos invisibles, creo que es porque para quienes están alrededor les resulta más sencillo taparse los ojos y mirar hacia otro lado que acompañar a quien sufre.

Voy a dejar los comentarios habilitados para que podáis (si queréis) hablar libre y abiertamente como lo he hecho yo, porque al fin y al cabo este espacio también es el vuestro. Únicamente os voy a pedir que si alguien va a decirme que aún soy joven, que ya tendré otro hijo, que las cosas pasan por algo, que todo se andará, que ya seré mamá,  etc, por favor, ahorrad el tiempo y no lo pongáis, porque lejos de aliviantar lo único que se consigue es incomprensión y rabia, que se convierten en más dolor, y ya hay suficiente para manejar. Que nadie me diga que olvide, que el tiempo lo cura todo, y topicazos sinsentido que jamás superarán el "lo siento" sincero. El tono condescendiente y machacón del "hay que seguir adelante" es frívolo por parte de quien no comprende la magnitud de tu dolor. En el grupo de duelo al que asisto se habla de esto, y es que el duelo no se respeta. ¿Quién determina cuánto tiempo se necesita para integrar la ausencia de un hijo?

No sé cuándo volveré, ni si seré capaz de sacar a flote este lugar que aún siento como mi casa, cuando aún me tengo que reflotar a mí misma, pero sí será esta la última vez que hable de algo personal. Aún estoy en fase de resignación, digestión y asimilación, después vendrá la integración, y tras ello el reorden y el redescubrimiento. Yo sabía cómo era hasta entonces, pero parte de esa mujer que fui murió con mi hijo en quirófano, y también he de reconstruirme pedazo a pedazo.

 Gracias.

- La amatxu de Ager -