20 de diciembre de 2021

" AMA " (José Ignacio Carnero)

diciembre 20, 2021 12

Los relatos que ahondan en los sentimientos y emociones más profundas ocupan una parte mayoritaria entre mis lecturas y estanterías. No le doy especial importancia a si el corte es autobiográfico o no, simplemente me sumerjo en lo que tienen que contarme y ahí me cuelo, en la ausencia, el dolor, el vacío. "Ama" de José Ignacio Carnero fue una de ellas. Editada por Caballo de Troya en 2019, os cuento mis impresiones.



Carnero escribe esta historia desnudando su alma, exponiendo sin dobles significados su dolor tras la muerte de su madre. Lo hace de una manera natural, tranquila, sincera, regada con esa pincelada de culpa inherente al duelo, y esas preguntas internas que tanto machacan y que a veces no tienen respuesta; por qué, por qué no le dediqué más tiempo, por qué no hice, o deshice, y aquella vez que, y si hubiera... Y es que el dolor se cuela por cualquier rendija y arrasa a su paso. Nadie sabe dolerse hasta que se sabe obligado a hacerlo. Y la única opción para intentar salir airoso de ese sufrimiento es transitarlo.

El dolor es necesario. Lo busco. No quiero evitarlo (...) Sólo este dolor me curará más tarde. He de sufrir para después salvarme.

Como decía al principio, el duelo no merece juicios. Me parece encomiable escribir un relato así, porque aunque no es importante para mí si el texto está escrito en primera persona o no, sí creo que el autor está más expuesto y eso quizá le añada una pizquita de valentía extra. Y en Ama lo que sucede es que el escritor se muestra libremente, y dice en voz alta todo aquello que no se atrevió a decir mientras su madre vivía, o quizá no en demasiadas ocasiones. Cuando el alma se hace jirones uno comprende la magnitud del amor, del amor incondicional, del escalón tan alto que ocupa o debería ocupar la familia en el camino de la vida, y a Carnero todo le resulta insuficiente. Algo que puede ayudar (no en todos los casos) es hablar de ello, acudir al psicólogo y vaciar la jarra emocional, y en esta confesión personal el autor se sirve del ejercicio terapéutico de la escritura con estos fines también.

A menudo hablar no es suficiente, aunque también a menudo, las palabras sirven de poco. Suele sucederme así: cuando encuentro las palabras, ya es demasiado tarde. Por esa razón, escribo. Escribir es eso: tratar de atrapar las palabras que durante el día se me escapan.

Ama no solo es un consejo, "ama, ama cada día que puedas porque amar es vivir, y amar nos hace libres"; también ama significa madre en euskera, y como una madre es insustituible, creo que no hay mejor homenaje que dedicar un puñado de palabras que nacen del corazón. Me emocionó mucho este relato que leí hace más de dos años y aún permanece en mi memoria.

En ocasiones, siento que me aflige una extraña presión, que sólo consigo paliar escribiendo. Es como si el aplastamiento de mi pecho sólo se pudiera descomprimir soltando airé a través de las palabras que coloco sobre el papel. Como la válvula de una olla exprés que permite que esta no estalle. Así, muy lentamente, pongo una palabra tras otra, y la presión va remitiendo. Sin embargo, existen algunos momentos en los que, aún existiendo la necesidad de escribir, la presión es tal que las palabras no me salen. Se quedan en la garganta, o en la punta de los dedos, o en la lengua, o donde quiera que estén las palabras antes de ser escritas.


16 de diciembre de 2021

" TODA UNA VIDA" (Robert Seethaler)

diciembre 16, 2021 8

Si es cierto que el destino está escrito para cada uno y es determinante en la vida, qué cartas tan crudas son las que le tocan al protagonista de esta novela, Andreas Egger, un hombre que pasa toda una vida sobreviviendo. Libro del año 2014 en Alemania, y traducida por Salamandra en 2017, Robert Seethaler nos deja en TODA UNA VIDA una novela tan dura como bella acerca de la vida y la muerte.




Comenzamos con un Egger de cuatro años, abandonado por su madre, que llega a un pueblecito de los Alpes, donde vivirá y crecerá con su tío, un hombre rudo y disciplinado que enseña a su sobrino el agotador trabajador de la montaña, a través de técnicas no muy didácticas para un niño de tan corta edad.

La muerte forma parte de la vida, igual que el moho del pan. La muerte era la fiebre. Era el hambre. Era una grieta en la pared del barracón por donde se colaba el silbido del viento en invierno.


El cúmulo de circunstancias en que habita se irá convirtiendo en dureza, y esta en un iceberg que enfríe su corazón, hasta que llegue un día que decida valerse por sí mismo, sin faltarle el trabajo debido a su cuerpo fortalecido y una disciplina férrea. Volcado en sobrevivir, parco y palabras y un tanto austero, Andreas descubrirá el amor con M de Marie. Y compartirán su camino, que no será precisamente de rosas. El destino tiene reservado para él muchos obstáculos, unos que sorprendentemente superará y otros que simplemente sobrellevará. La muerte estará presente en este relato de una manera muy natural, acechante, incansable. Con todo, es un absoluto superviviente de las propias trabas que encuentra en ese recorrido denominado vida, dejándonos una reflexión maravillosa en torno a un montón de cuestiones y posturas que a priori parecen insuperables.

Cuando uno va directo al infierno tiene que reírse con el diablo, no cuesta nada y hace que la vida sea más soportable.


En definitiva, un novelón de poco más de cien páginas, de esos que producen calambres en el alma pero que a su vez regala al lector un bonito paseo por las montañas alpinas y sus paisajes nevados, así como por el gélido corazón de nuestro protagonista. No dudéis echarle un vistazo.